Pensar Siempre en el Bien Común del Otro
¿Cuántas veces en el día pensamos en el bien común del otro?, ¿cuántas veces en la escuela o empresa aprendemos comportamientos a favor del otro?, ¿cuántas veces en la familia hacemos cosas beneficiando a los demás?
Solo las desgracias, los riesgos, y la circunstancias en contra del bienestar de los semejantes generan condiciones que abren oportunidades que se traducen en el oportunismo
Un oportunismo proyectado hacia ganar imagen, juicios y acciones que mejoran la percepción social, familiar, sentimental y laboral en aquel o aquella que lo realiza
El bien común como valor, se proyecta como solidaridad, una solidaridad temporal en base al activismo social que mueve emociones encontradas con aquellos que no están en las mismas circunstancias y acciones, y que no por ello, dejan de tener comportamientos en beneficio de los demás, y algunas veces con mayor valor agregado
En ese sentido, es importante la educación para el bien común, es decir, con programas siempre pensado a favor de los demás provocando el desarrollo y consolidación de sentimientos hacia los semejantes independientemente si es o no de la familia, del círculo de amistades, de los usuarios que demandan productos o servicios, de los compañeros de trabajo, de la vecinos que están en desgracia, etc.
Lo expuesto, se debe a que hemos recibido una educación diferenciadora, en donde, se promulga a la educación como la base para alcanzar el bienestar social y el económico, aspectos únicamente emocionales, y en los que los frutos son de carácter material alejados de la realización como ser humano, éste último tema poco conocido y en el que se tiene largo camino por recorrer, porque el desarrollo humano comienza con el pensar siempre en el bien común del otro
Conclusión:
Falta mucho por aprender, y lo mejor: debemos seguir trabajando
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